La vida sigue, los días pasan y cada vez me siento más acoplado (o quizá me he resignado) a la idea de que el 90% del tiempo lo he de destinar a la culminación de proyectos académicos o la generación de pasta para subsistir mes a mes.
Hace dos semanas les conté sobre la primera „doble cita“, por llamarlo de alguna forma, con Carla, Sofía y Carlos. Mientras mi colega se enfocó en Sofía (una tía muy maja pero opticamente ninguna musa), yo me dejé seducir por la belleza de Carla. No me entendáis mal, no suelo ser superficial, pero Carlos y Sofía tuvieron una buena chispa desde el primer momento en que se conocieron en el bar y por mi parte la negra cabellera, curvas delineadas y rostro angelical de Carla, me hipnotizaron. Hemos quedado un par de veces, siempre cuando tengo las tardes libres, y gastamos el tiempo platicando, hablando sobre el pasado y dibujando el futuro. Me gusta su forma de ver el mundo y como enfrenta la vida: abierta, alegre, soñadora, juvenil.
Aunque soy consciente de que una vez terminada la carrera podré enfocarme al cien a encontrar un trabajo estable, digno y bien remunerado, no dejo de anhelar el tener un poco más de dinero para cumplir un par de caprichos míos, y de Karla de paso. El salario en el bar no es el mejor del mundo, y ni hablar de las propinas. Anteayer, al caminar regreso a casa después de currar, pasé frente al mismo casino que semanas atrás visitara con Carlos. Al entrar tanto ruido como luces golpearon mis sentidos. Revisé mis bolsillos y tenía cerca de 20 pavos en monedas…¡mi primer pensamiento fue recuperar la pasta de Carlos! Me acerqué a las tragaperras y comencé a jugar.
No sé si fue suerte de principiante o la máquina me quiso más a mí que a Carlos aquel día, pero después de un par de juegos, la tragamonedas escupió un premio de casi 150€ y pensé „nada mal para mi primera vez“. Resistí el deseo de seguir probando suerte, tomé mis ganancias y me dirigí a casa. Estaba tan emocionado que no pude dormir y obviamente pagué mi desvelo al día siguiente en la Uni. Todo el día de ayer estuve pensando que podría haber ganado más plata y así, mi vida sería más sencilla y podría dedicarle más tiempo tanto a la escuela, como a pasar tiempo con Karla ¡esa chica en verdad que me gusta!, con el dinero que gané en el casino le compraré el collar que vimos hace unos días al pasar frente a un aparador en „ORT“: Estoy seguro que le encantará el detalle…